jueves, enero 22, 2009

Demasiado bien

Echando un vistazo el blog de Limada encontré un comentario en respuesta a un tema que justamente vengo pensando mucho últimamente.

Los argentinos somos expertos en máximas y frases hechas, que habitualmente por mi obstinada idea de no generalizar suelo no estar de acuerdo con la mayoría de ellas.

Pero tengo que admitir que últimamente he tenido experiencias que avalan algunos de esos “mitos”.

Hablamos en éste caso del famoso “a la mujer hay que tenerla cagando, si la tratás bien las cosas no funcionan”.

Para empezar es necesario aclarar un detalle respecto a mi forma de ser y por tanto de actuar con el género femenino, un detalle que es fundamental para entender mi punto de vista: soy un caballero. Con todo lo bueno y lo malo que eso implica hoy en día.

Y sé que las señoritas que están leyendo esto se están preguntando “y qué es lo malo de eso?”. La respuesta es simple: la caballerosidad es una cualidad en extinción. Ya sea porque nosotros, los hombres, no nos hemos ocupado en éstas últimas décadas de sostenerlo como algo valioso o bien porque las féminas, en su afán de igualdades, ya no lo aprecian como antaño.

Lo cierto es que durante los últimos años cotidianamente he vivido escenas tales como encontrarme con señoritas que no saben como reaccionar cuando me adelanto para abrirles una puerta o les tiendo la mano para ayudarlas al bajar de un medio de transporte. Y eso por nombrar la veta más inocente del asunto. Llevado al extremo eso se traduce en mujeres que directamente no entienden o no toleran que las mime y las trate bien.

Y mientras releo lo escrito y hasta en un punto me indigno conmigo mismo por el simple hecho de que no me resigno a creer que las cosas puedan ser así vuelvo al post que comentaba al principio y cito la frase que sirvió de disparador:

Call me crazy! dijo...
Hola! Acá estoy un ratito... para sorpresa tuya?!!? Me pasa lo mismo, no puedo estar mucho con alguien que me trate bien... Bah, me di cuenta hace unos meses que corté una relación con un chico divino porque me ahogaba su buen trato... en fin, será cuestión de aprender en algún momento! ;-)

Ojo, para empezar quisiera aclarar que no es mi intención tomar el comentario como “la palabra del mal”, por el contrario, me parece muy noble que crazy se haga cargo del modo que lo hace y lo vea como algo a modificar. Simplemente lo traigo como ejemplo de algo que está sucediendo cada vez más seguido y que no logro entender.

Se me vienen a la cabeza imágenes tales como despertar a mi chica con el desayuno y un ramo de flores y recibir a cambio una dosis de mal humor matinal, o bien acompañarla al trabajo para compartir un rato más juntos y encontrarme con un “no tenés nada más importante que hacer?”.

Y justamente me cuesta entenderlo porque por el contrario a lo que venía comentando ese es mi límite. No concibo una relación en la que haya malos tratos, de ningún tipo, ni verbales, ni de actitudes, ni psicológicos, ni muchísimo menos físicos.

Y desgraciadamente en las pocas ocasiones en que, ya sea por desinterés o porque la señorita en cuestión no me termina de cerrar, he sido menos cuidadoso en mis maneras me encontré con niñas muertas de amor y rendidas a mis pies.

La verdad es que más allá de mis experiencias no me resigno a pensar que las cosas son así, y sigo firme esperando a mi dama, esa que todavía se sonroja ante el gesto de un caballero…

jueves, enero 15, 2009

La tempestad

Cuenta la leyenda que “después de la tormenta llega la calma”, y acá estamos, todavía esperando... después de todo nunca nadie se ocupó de dejar en claro que tanto podía durar. Y si me pongo a pensar, en un punto 1 año parece poco, pero qué áspera se hace la inclemencia, que largo...

Recuerdo haber empezado 2008 con enormes expectativas, de hecho el terreno se veía bastante firme para que las cosas se encaminen hacia un lugar bastante deseable, al menos por mi. Y hoy en día me descubro haciendo un balance un poco tardío (tal vez porque el tema de los balances en fechas tradicionales no tiene un gran protagonismo en mi vida) y descubriendo que tal vez fue uno de los peores que recuerdo. Un año minado de esas cosas que, hoy por hoy, descubro que dieron en donde más me duele, en mi costado más emocional. Plagado de mudanzas (momento estresante si los hay, más allá del placer que pueda implicar mover a un lugar mejor), amores, desengaños, decepciones, separaciones (una en mi haber y de otras gente muy querida), algunas pérdidas de personas que apreciaba muchísimo...

En algún momento de noviembre algunos lindos hechos aislados me ilusionaron con que finalmente después de haber llegado bien hasta el fondo todo lo que se avecinaba debía ser para mejor... y acá estoy... mediados de enero ya... y esto ya no es tormenta, es una tempestad.

martes, enero 13, 2009

Rutinas

Con el correr de los años me fui descubriendo como una persona bastante rutinaria. Para ser sincero hay un punto en el que me empecé a alarmar. Supongo que es porque la rutina no tiene muy buena prensa hoy en día, casi se podría decir que es mala palabra para mucha gente.

A decir verdad si lo pienso a la distancia me ha traído bastantes complicaciones, sobre todo con las señoritas. Parece ser que el género femenino necesita la motivación de cierto nivel de cambios permanentes que hagan de su vida una suerte de montaña rusa emocional.

Seguramente a los amantes del vértigo les resultará igual de incomprensible mi forma de transitar las cosas como a mi esa necesidad de cambio permanente que los moviliza.

De a poco siento que me voy convirtiendo en una suerte de “minimalista de la vida”, una de esas personas que tiene la imperiosa necesidad de disfrutar del día a día, aún cuando ese día a día no esté plagado de cambios y nuevas experiencias, sino mas bien de placenteras rutinas que me extasían como si fuesen nuevas a cada instante.

Ésta manera de convivir con lo cotidiano funciona a ésta altura casi como un filtro, que me acerca o me aleja de la gente. Acaso no es vértigo eso?

Cada persona tiene que decidir cuanta verdad puede soportar. Estamos en eso…

lunes, enero 12, 2009

Boicot

Vaya uno a saber cuál es la causa, pero cada uno de nosotros en algunas situaciones de nuestra vida no podemos evitar boicotearnos. Si, nosotros mismos, sabiendo que lo que deberíamos hacer es claramente otra cosa, elegir otro sendero, esquivar esa roca que siempre se presenta en nuestro camino, esa roca que apenas si varía de tamaño o de forma, pero que mágicamente se recicla, reaparece y nos vuelve a poner a prueba para seguir equivocándonos casi compulsivamente, conscientemente...

A veces es el amor, a veces el trabajo, a veces los proyectos. Las posibilidades son infinitas, las personalidades son infinitas.

Quién sabe en qué oscuro lugar del inconsciente está alojado ese perverso afán de fracaso que nos colma de alertas y prevenciones sabiendo que no vamos a poder evitar la peor elección.

Y a la vez es tan hermoso chocar, intentar sabiendo que uno lleva las de perder, apostar todo con las peores cartas... esa sensación de vértigo es la que nos diferencia de la gente que solo está de paso, transitando, jugando a lo seguro, a lo racional. Gente sin alma, sin pasión, llena de miedos que ni siquiera se plantea superar.

Y es ahí donde el boicot nos humaniza, nos enaltece y nos hace sentir plenos, orgullosos de enfrentarnos con nosotros mismos, con nuestros propios molinos de viento. Inventándonos problemas que sabemos imposibles de resolver, entregándonos a pasiones que nos garantizan el sufrimiento.Y así vamos, cual hidalgos caballeros que optan por dejar de lado su armadura y enfrentarse cara a cara con ese dulce dolor que nos hace sentir vivos.